12 noviembre, 2007
ÚLTIMA ENTREGA
LOS ADELGAZADORES
Contribuir al error es una actitud vil…
y aprovecharse de esos errores, no tiene perdón.
-Sí, es cierto…, pero sumando los kilos que bajé cada vez. La primera vez que hice dieta bajé doce, luego los aumenté; la segunda vez, nueve, pero los recuperé; y así, sumando cada bajón (sic) ya llegue a los ciento doce que le comenté- (el marido impávido).Me largué a reír, el “chiste” me pareció de lo más ingenioso… Pero no era un chiste. Fue la primera y única vez en que escuche semejante confesión –dicha con total seriedad y con absoluta convicción- (Al fin y al cabo era una buena forma de mirar el medio vaso lleno).Todo quedó como una más de las ciento de anécdotas que puedo contar.
Ésta y muchas otras me han hecho reflexionar. He buscado muchas explicaciones para este modo de actuar, me refiero a hacer dietas y más dietas como si éste fuera el motivo de vivir de la inmensa mayoría de los que, por ejemplo, leen este blog (usted ha leído algunos de mis razonamientos al respecto).Y el tiempo transcurre; y a uno, que vive pensando en estas cosas, se le van ocurriendo nuevas ideas, basadas todas en la dichosa “evidencia”.
Hay personas a las que les encanta ir a pescar, a ellos les llamamos pescadores; cazadores a los que prefieren ir a cazar, corredores a los que les gustan las carreras pedestres, y a los que nadar: nadadores...
¿Por qué van a pescar los pescadores deportivos, muchas veces hasta desafiando terribles inclemencias climáticas, si no se ponen muy contentos cuando la pesca es buena, ni muy tristes cuando es mala? La respuesta es simple: porque a ellos lo que les entusiasma es tan solo la ceremonia de “ir a pescar”, porque saben que por cinco o seis horas estarán solos con su alma en la inmensa tranquilidad del río o en el sedante rumor del mar, purgando a su mente de los problemas que afrontan a diario al llevarla a navegar por el terapéutico camino del “no pensar en nada”, aunque sepan que nadie les cree la vieja excusa de “me encanta comer lo que pesco”.
¿Por qué van a escalar los montañistas, si sería mucho más fácil, y menos fatigoso y arriesgado, llegar a la cima en helicóptero? Porque aman el placer que les reporta el escalar como deporte, el sentirse llenos de riesgos y alejados del resto del mundo, del íntimo contacto con la naturaleza, de los pequeños triunfos que consiguen al finalizar cada etapa de la ascensión, de la enorme satisfacción de llegar a la cumbre.
Y así se podría explicar el porqué de los corredores, y de los jugadores, y de los…
Extrapolando, entonces, ¿Cómo llamar a los que “van a adelgazar” una vez, y otra, y otra, y otra?...adelgazadores, por supuesto. Son quienes se ponen una y mil veces a dietas y dietas, sabiendo en su intimidad más profunda que volverán al principio, y que la alegría de algún éxito les durará tan poco como la tristeza de algún fracaso. Y el porqué de tales actitudes, que cualquiera que no comprenda nada del tema podría tildar de ilógicas, tienen explicaciones que ya vimos en el desarrollo del blog: necesitan quitarse la culpa de haber “llegado a esto” pagándola con el esfuerzo de sentirse hambreados por un tiempo; o de tratar de conformar a los demás, y conformarse con el remanido –Sí, estoy gordo… Pero estoy haciendo dieta- o eclipsando el formidable conflicto de la gordura con el de buscar, por el método de la prueba y el error, la dieta que “la derrote”.