12 noviembre, 2007

 

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LOS ADELGAZADORES

Errar es humano.
Contribuir al error es una actitud vil…
y aprovecharse de esos errores, no tiene perdón.

Anécdota de consultorio:
Hace unos años vino a verme una mujer gorda, acompañada por su marido.Después de la acostumbrada charla preliminar, me comentó –Ya he adelgazado ciento doce kilos.Esa revelación me asombró: se la veía gorda, pero muy bien formada y lozana (era bastante alta y de porte elegante). No entendía cómo, después de haber perdido semejante cantidad, podía mostrarse así de saludable, pero como su esposo no lo desmentía, lo tomé por cierto.Cuando subió a la balanza (ya les he comentado que como no puedo convencer a nadie en un tris-tras de lo inútil de ella, comienzo pesando a mis pacientes, como es a lo que están acostumbrados), cuando la pesé, les decía, el fiel marcó ochenta y cinco kilos.-¿Cuánto ha llegado a pesar la vez en que estuvo más gorda?- le pregunté esperando una respuesta terrible. –Ochenta y cinco…, hoy es el día en que he pesado más- me contestó muy suelta de cuerpo.-¿Cómo, no me acaba de decir que ya bajó ciento doce?
-Sí, es cierto…, pero sumando los kilos que bajé cada vez. La primera vez que hice dieta bajé doce, luego los aumenté; la segunda vez, nueve, pero los recuperé; y así, sumando cada bajón (sic) ya llegue a los ciento doce que le comenté- (el marido impávido).Me largué a reír, el “chiste” me pareció de lo más ingenioso… Pero no era un chiste. Fue la primera y única vez en que escuche semejante confesión –dicha con total seriedad y con absoluta convicción- (Al fin y al cabo era una buena forma de mirar el medio vaso lleno).Todo quedó como una más de las ciento de anécdotas que puedo contar.
Ésta y muchas otras me han hecho reflexionar. He buscado muchas explicaciones para este modo de actuar, me refiero a hacer dietas y más dietas como si éste fuera el motivo de vivir de la inmensa mayoría de los que, por ejemplo, leen este blog (usted ha leído algunos de mis razonamientos al respecto).Y el tiempo transcurre; y a uno, que vive pensando en estas cosas, se le van ocurriendo nuevas ideas, basadas todas en la dichosa “evidencia”.
En los meses de julio y agosto de este 2007, convaleciendo de una pequeña cirugía, y disponiendo de mucho tiempo para reflexionar, arribé a una conclusión que me pareció muy útil. Para aportar más pruebas al nuevo razonamiento acudí a esta maravilla de Internet y me asomé a varios foros y sitios web en donde el tema central es la gordura, la obesidad y los supuestos métodos para atacarlas. Las horas que pasé leyendo las distintas opiniones de los participantes de cada uno y de los autores de cada página me sirvieron para confirmar la nueva hipótesis, y disculpar la, al principio descorazonadora, repitencia en los intentos de los portadores de tan preocupante conflicto; de los abandonos, y de los cambios de estrategias, que son tomadas al principio con un entusiasmo arrollador, y abandonadas al poco tiempo con un agobiante desaliento (aunque los resultados aparenten ser, o sean, estimulantes).
Y aquí va el desarrollo de esta nueva idea:
Hay personas a las que les encanta ir a pescar, a ellos les llamamos pescadores; cazadores a los que prefieren ir a cazar, corredores a los que les gustan las carreras pedestres, y a los que nadar: nadadores...
¿Por qué van a pescar los pescadores deportivos, muchas veces hasta desafiando terribles inclemencias climáticas, si no se ponen muy contentos cuando la pesca es buena, ni muy tristes cuando es mala? La respuesta es simple: porque a ellos lo que les entusiasma es tan solo la ceremonia de “ir a pescar”, porque saben que por cinco o seis horas estarán solos con su alma en la inmensa tranquilidad del río o en el sedante rumor del mar, purgando a su mente de los problemas que afrontan a diario al llevarla a navegar por el terapéutico camino del “no pensar en nada”, aunque sepan que nadie les cree la vieja excusa de “me encanta comer lo que pesco”.
¿Por qué van a escalar los montañistas, si sería mucho más fácil, y menos fatigoso y arriesgado, llegar a la cima en helicóptero? Porque aman el placer que les reporta el escalar como deporte, el sentirse llenos de riesgos y alejados del resto del mundo, del íntimo contacto con la naturaleza, de los pequeños triunfos que consiguen al finalizar cada etapa de la ascensión, de la enorme satisfacción de llegar a la cumbre.
Y así se podría explicar el porqué de los corredores, y de los jugadores, y de los…
Extrapolando, entonces, ¿Cómo llamar a los que “van a adelgazar” una vez, y otra, y otra, y otra?...adelgazadores, por supuesto. Son quienes se ponen una y mil veces a dietas y dietas, sabiendo en su intimidad más profunda que volverán al principio, y que la alegría de algún éxito les durará tan poco como la tristeza de algún fracaso. Y el porqué de tales actitudes, que cualquiera que no comprenda nada del tema podría tildar de ilógicas, tienen explicaciones que ya vimos en el desarrollo del blog: necesitan quitarse la culpa de haber “llegado a esto” pagándola con el esfuerzo de sentirse hambreados por un tiempo; o de tratar de conformar a los demás, y conformarse con el remanido –Sí, estoy gordo… Pero estoy haciendo dieta- o eclipsando el formidable conflicto de la gordura con el de buscar, por el método de la prueba y el error, la dieta que “la derrote”.
Como verá, mi querido lector, el tiempo va haciendo que todo sea cada vez menos complejo.
Pido, humildemente, perdón a aquellos a los que en su momento no supe comprender. Ahora la cuestión me parece absolutamente clara.
Entonces, ¿Cuál sería la conclusión de todo esto?
Pues si te gusta ir a pescar, aunque no pesques nada; a correr aunque no te signifique más que llegar al punto de partida; a cazar aunque sepas que vas a regalar todas las piezas que consigas…; a hacer dieta aunque sepas que tarde o temprano recuperarás lo que has perdido: ¡ADELANTE! (Siempre que no te lastimes con los anzuelos, no destroces tus articulaciones en la carrera, no hieras a nadie con un disparo errático…, o no te enfermes por malalimentarte o por intoxicarte con los nefastos anorexígenos).


GRACIAS A TODOS LOS LECTORES DE ESTE BLOG, A LOS QUE ME ALENTARON, A LOS QUE NO ESTUVIERON DE ACUERDO CON MIS OPINIONES, A LOS MUCHOS QUE SE HICIERON MIS AMIGOS, Y, SOBRE TODO, A LOS QUE ENTENDIERON QUE ES MIL VECES MEJOR UNA CRUEL VERDAD QUE EL MÁS CONSOLADOR DE LOS ENGAÑOS.
Y PERDÓN POR SI, QUIZÁ, TAN SOLO HE CONTRIBUIDO A LA CONFUSIÓN GENERAL (JURO QUE NO HA SIDO MI INTENCIÓN).
Dr. Cesáreo Rodríguez

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