25 octubre, 2006
Entrega nueve
(En donde verá un palmario ejemplo del uso del orden por el terror)
Octava Hipótesis
LA GORDURA NO PRODUCE TODAS LAS ENFERMEDADES DE LAS QUE SE LE CULPA
En la sexta Hipótesis le comentaba que todo el mundo “sabe” que la gordura es la causa de un sinnúmero de padecimientos que se generan a partir de ella. Y en la Hipótesis pasada, que ese “conocimiento” es utilizado por muchos colegas para aterrorizar a sus pacientes gordos creyendo, cándidamente, que de esa forma, que con esa estratagema, se logrará más éxito que dejando todo en las exclusivas manos de “la fuerza de voluntad” de cada uno de sus consultantes.
Espero haberlo convencido de lo perjudicial que es para el espíritu del gordo esa actitud, cuando en la inmensa mayoría de las veces no se consigue más que transformarlo en un gordo muerto de miedo.
Pero lo peor de todo es que casi ninguna de las “terroríficas” consecuencias que se atribuyen a la gordura es cierta.
Exceptuando a los problemas estrictamente mecánicos originados en el necesario sobreesfuerzo de transportar todo el tiempo el exceso de peso de la adiposis: problemas osteoarticulares (artrosis, artritis, deformaciones de los ejes fisiológicos en la estructura de los miembros inferiores y columna vertebral, fundamentalmente.), venosos (várices y hemorroides: agrandamiento patológico de los diámetros de las venas a causa de la dificultad que el acúmulo de grasas que se encuentra dentro de la cavidad abdominal crea al retorno venoso de la mitad inferior del cuerpo al presionar la vena cava inferior que es la que, al fin, colecta la sangre transportada por todas las venas de la región, y la vuelca al corazón, por lo que se entorpece la circulación de todo el sistema, con aumento subsecuente de la presión intravenosa y su final agrandamiento a causa de ese aumento de presión en forma constante.), o al simple hecho de llevar encima una capa exageradamente gruesa de grasa de depósito, como la “apnea del sueño” (ataques pasajeros de insuficiencia de la regulación automática de la respiración mientras se duerme), o el llamado “síndrome de Pickwick” (somnolencia producida al estarse quieto y distraído a causa de la menor ventilación producida por una respiración automática entorpecida por el peso de la capa de grasa que se encuentra debajo de la piel que rodea la capa torácica, lo que disminuye el contenido de oxígeno en la sangre y el consecuente y pasajero deterioro de la función cerebral que regula la vigilia). Toda la otra extensa lista de patologías asociadas a poseer una capa de tejido graso más voluminosa que lo habitual NO ES CIERTA.
Todo el discurso que inculpa a las grasas extras de semejante lista de males, se debe a una errónea interpretación de los datos estadísticos, a una forma equivocada de interpretar la Evidencia.
Es real que las personas gordas sufran más frecuentemente de todo lo que a la gordura se atribuye (diabetes, dislipidemias, hipertensión...). En una población de gordos, realmente, hay más diabéticos e hipertensos, por ejemplo, que en una de delgados. También el aumento patológico de los valores de las grasas que circulan en la sangre se ve más en los primeros que en los segundos. Pero, a ciencia cierta, nada tiene que ver en estos fenómenos el mayor o menor grosor del tejido graso de cada uno.
Los gordos son más proclives que el resto a padecer todo ese tipo de cosas, pero no por la gordura que portan, sino POR LOS ALIMENTOS QUE DEBEN CONSUMIR PARA PROCURARSE O MANTENER ESA GORDURA.
Este concepto es muy importante, pero podría decirse de él que no es más que un razonamiento especulativo. Mas ya se verá que no lo es para nada.
Todos, absolutamente todos los gordos lo están porque comen mal (invariablemente se alimentan muy mal).
Muchos de los delgados lo son por varias razones, incluso porque algunos de ellos comen bien.
Para explicar mejor esto último digamos que hay, cuanto menos, cuatro tipos de delgados:
1.– Delgados genéticos:
Son aquellos que a causa de las intrincadas combinaciones de genes que les han dado origen, o a algún error en la combinación, tienen una incapacidad para acumular grasas de depósito. No importa cuán bien coman (y en general comen tan mal como los más gordos de los gordos), han nacido sin el protector tejido que puede acumular energía para utilizarla cuando su aporte exógeno escasee. Son, casi siempre, personas de aspecto lánguido, macilento. Generalmente ellos tienen tantos o más conflictos que los gordos en lo que se refiere a su estructura corporal, a su aspecto. Los gordos, al final, pudiesen tener un cuerpo armónico, y hasta esbelto (si su genética les es favorable), si se lo permitieran. Mas los delgados genéticos no pueden hacer absolutamente nada para lograrlo (si es que opinaran que la estética del cuerpo que Dios les ha dado no les gustase). Y cuando pretenden lograrlo, lo único que consiguen es empeorar la situación.
Una persona delgada pero de cuerpo muy magro, pretende solucionar su conflicto “engordando” (como dicen ellos). Para eso hacen todo lo contrario que los gordos que adelgazan: engullen cuanto carbohidrato se les pone enfrente (y si no los tienen van y los buscan). Están tan subyugado por la “científica idea” de que comiendo mucho se engorda, que ellos intentan realizar la experiencia para resolver su conflicto.
Pero se sienten defraudados, ya que cuanto más y peor comen, más flacos se ponen (cosa que los desconcierta –y desconcierta a la mayoría de mis colegas–. Pobres, no entienden nada).
A fines de los años setenta llegó a mis manos un librito que promocionaba una dieta que en esas épocas era famosa, por lo menos en todo occidente, “La dieta médica Scarsdale”. En el capítulo XIII, y en la página 148 de la edición en español, su autor contesta una supuesta pregunta que una paciente le había hecho alguna vez, sobre qué podía hacer ya que era “muy delgada” y quería “aumentar de peso”. La respuesta me consternó: el autor le comentaba que ese era el problema de unos cinco millones de estadounidenses por esos tiempos; que “no era de fácil solución para las personas que pesan poco y a las que no les importa la comida”. A continuación aconsejaba un plan de dos semanas de abundante alimentación como para “subir de cinco a siete kilos” (debo reconocer que luego advertía, cautelosamente, que ese plan no era para seguir toda la vida). Acto seguido, y después de aconsejarle sentarse a engullir no menos de tres descomunales comidas diarias, le daba una lista de los alimentos que debían formar parte de esas “panzadas”: alimentos con altísimas “calorías” (maíz en lugar de zanahorias –?–; frutas envasadas en almíbar; caramelos; tortas ; helados; –agregue crema y azúcar a los cereales– Etc., etc., etc.).
Mi pobre colega, no sé en base a qué evidencia, suponía que si una persona delgada magra (preocupada por su aspecto) comía lo que a los gordos engorda, engordaría (valga el juego de palabras).
Muchos de mis pacientes “flacos” que en todos estos años me consultaron con el objeto de “engordar”, me han contado experiencias parecidas con los médicos a los que previamente habían consultado. Curiosamente, y contrariando lo que aparentemente sería de sentido común, el resultado siempre había sido un empeoramiento de su condición, cosa que los descorazonaba. Sin embargo la explicación de ese fenómeno es muy simple.
Cuando incorporan a su dieta habitual una enorme cantidad de carbohidratos, lo hacen a expensas de disminuir -generalmente en forma muy fuerte- la incorporación cotidiana de sustancias plásticas –proteínas y grasas– (de hecho, muchas veces directamente las excluyen de su dieta). No pueden acumular excesos de hidratos de carbono porque carecen, genéticamente, del tejido adiposo que se encarga de este vital trabajo, y, encima, como están carecientes de aminoácidos y ácidos grasos esenciales, se los piden prestados a sus músculos, exactamente igual que como vimos en la Cuarta Hipótesis, por lo que lo único que consiguen es enflaquecer, y, obviamente, desmejorar aún más su aspecto.
A su momento veremos qué hacer ante estos casos.
Por supuesto que hay delgados genéticos que gracias a una muy buena contextura ósea y muscular (también heredada) poseen cuerpos envidiables. E, inclusive, algunos lo tienen más grueso de lo que quisieran.
Para hacer todo más inteligible, se me ha ocurrido que es interesante dividir a los cuatro tipos de delgados en cinco grupos, de acuerdo a su aspecto físico:
– Muy magros.
– Magros.
– Usuales (o armónicos).
– Gruesos y
– Muy gruesos.
2.– Delgados instintivos:
Son los que, solo Dios sabe el porqué, comen tan solo lo justo y suficiente de las substancias plásticas y energéticas que necesitan para vivir en salud, por lo que teniendo capacidad de acumular carbohidratos si los hiperconsumieran, al no hacerlo mantienen un cuerpo óptimo toda su vida.
3.– Delgados ocasionales (o transitorios):
Denomino así a aquellos que permanentemente realizan un gran consumo energético–metabólico mientras mantienen una cuota alimentaria adecuada a las demandas (grandes fumadores, deportistas de alta exigencia, trabajadores encargados de labores que requieren mucho esfuerzo físico, padecientes de determinadas enfermedades…).
Pero una vez que cambian sus condiciones, dejando de fumar, por ejemplo, o de hacer deportes, o sanando, siguen incorporando alimentos en las cantidades anteriores, por lo que ahora comienzan a ahorrar energía y engordan.
4.– Delgados culturales:
Son los menos, pero existen. Por causas religiosas, educacionales, costumbristas o personales, han hecho del acto de alimentarse tan solo otro simple acto más de los necesarios para vivir en pleno estado de armonía –o con la mayor que se pueda lograr–.
Después de muchos años descubrí que son los únicos que tienen derecho a ser sanamente envidiados.
Todas estas disquisiciones parecen intrascendentes. Al fin qué importa si todos creen que es la gordura la generadora de un sinfín de patologías si es lo que a los gordos, en general, les ocurre realmente.
Qué importa diferenciar si es la gordura en sí o son los alimentos que los gordos deben consumir para conseguirla o mantenerla.
Espero convencerlo de que el haber aclarado todo lo que ha leído en esta hipótesis es de gran importancia.
En general los delgados, fundamentalmente los genéticos, a causa de todo lo erróneo que escuchan o leen sobre el origen de tantas patologías “asociadas a la gordura”, están totalmente convencidos de que están exentos de tanta lacra.
Ha de conocer usted a un buen número de ellos que comen, casi en forma desafiante, una impresionante cantidad de pésimas cosas escudándose en la falsa pero tranquilizadora idea: –¡Si a mi no me engordan!
Todos los envidian (especialmente los gordos), pero al principio del blog les comentaba que yo no entiendo el porqué de esa envidia.
Convenciéndose de que no es la gordura sino la mala alimentación la causante de todos los males asociados a ella, el que se mal alimente “porque no engorda”, aunque no engorde también está expuesto a las consecuencias de esa mala comida.
Pero peor: los gordos, aunque más no sea de vez en cuando, se someten a cuidados alimentarios a veces hasta por largos períodos (de los que han consumido anfetaminas ya hablaremos en la duodécima Hipótesis). Los “yocomodetodoporquenoengordo” no lo hacen nunca, y como generalmente se sienten bien (esas patologías comienzan a dar síntomas cuando llevan años de instaladas) ni siquiera concurren con alguna frecuencia a algún médico con el objeto de controlar su salud.
Y cuando sienten algo que los obliga a consultar...
Vamos, no es lo mismo llamar a los Bomberos cuando apenas se siente un leve, raro y desacostumbrado olor a humo, que cuando la mitad de la casa se encuentra en llamas.
Por eso les ruego, modestamente, a mis colegas que se dedican a la comunicación social de temas científicos dedicados a la gordura y la obesidad, que cambien sus discursos. Que adviertan que pretendiendo utilizar el orden por el terror para algunos, les están tapando las narices a muchos de los que se les está quemando la casa, por lo que no lo advertirán hasta que sufran el calor de las llamas.
un saludo.
querida amiga, TODO lo que tenemos, y tienen los demás animales de la Tierra, está hecho en base de una molécula mágica que se llama GLUCOSA, que como todo lo vivo del planeta tiene madre y padre: el padre es el Sol, y la madre la clorofila. Es en base a ella que fabricamos nuestro colesterol. Pero no quiero ser reiterativo, en la tercera hipótesis, en el apartado anunciado con letras verdes en donde hago comentarios sobre el colesterol (que le vuelvo a rogar que lea), lo tiene todo muy clarito.
Un beso.
Estoy empezando a odiar los hidratos.
Qué gran suerte haber encontrado a este "español nacido fuera" le mando un abrazo bien fuerte.
No se si llegare a ser una delgada cultural, gracias a sus conocimientos.Tanta confusión y engaño en este conflicto con la alimentacion me hace ser incredula, voy a seguir leyendo(varias veces cada entrega) con todo interes confiando en su saber hasta que llegue el momento que revele su secreto y espero poder llevar a cabo su manera de alimentarnos que parece buenisima aunque haya que prescindir de cosas tan buenàs como el pam, el arroz, la pasta y alguna cosa mas por lo poco que voy leyendo sobre eso.Ire preparandome lo mejor que pueda para su secreto.
Un beso
Maria Isabel
me da mucha pena lo de su mamá, pero se dará cuenta que es contra eso que estoy luchando, pero estoy muy solo María, estoy muy solo. Ha de ser por eso que me convenció esto de internet. Estoy esperando que algún colega me escriba, quizá allí podamos...
Un gran beso.
está muy bien que lea todo muchas veces más, pero no espere ningún secreto, ya que "el secreto" lo leyó. Él es el CONFLICTO ECLIPSANTE. La manera de comer no es secreta, es más, ya la he esbozado en la respuesta a una lectora de la que le hablaba María Dolors.
¿De donde sacó que hay que prescindir del pan, las pastas y de muchas cosas más?. Mis pacientes siempre han comido esas cosas y yo los aliento para que lo hagan, lo que ocurre es que lo hacen EVENTUALMENTE. Lo cotidiano es lo que engorda, muchacha, lo cotidiano. Ya lo va a entender perfectamente, tenga paciencia y no deje de leer. Con respecto a la primera y segunda entrega, todo está en el blog. Acceda a él y fíjese debajo de mi breve biografía. En donde dice ARCHIVE
haga clik en donde dice SEPTIEMBRE, y los podrá leer.
Un beso.
PS. creo que se me empieza a notar lo enfurecida que estoy con esta sociedad cuyo Dios es el dinero.
Como dirían ustedes, los españoles:¡cuánta razón lleva, María, cuanta razón!
Yo también estoy enfurecido con esta sociedad nuestra, lo habrá notado, ¿no?
Le mando un gran beso y ya va la décima entrega (espero un INMEDIATO comentario).
Atte. AZul
Los delgados gruesos, o muy gruesos son aquellas personas que teniendo un cuerpo "óptimo" (que no se puede mejorar) muestran una silueta gruesa, que cualquiera tipificaría de "gorda", gracias a los genes que le han dado ese aspecto. Son personas proclives a todas las estafas de las que ya hemos hablado, porque se las convence que su cuerpo podría ser el de "una modelo" ni bien cuiden su alimentación. He asistido a centenares de ellas, y, les confieso, a muy pocas pude convencer de que ese cuerpo grueso es el que le ha tocado en suerte en el azar genético. Las que no he convencido (inmensa mayoría), estarán de médico en médico buscando una solución a su problema; y muchas de ellas tomando comprimidos de anfetaminas (pobres mujeres. Y... pobres médicos).
Le envio un beso.
Sé que no es lo mismo porque somos humanos y no otro tipo de especie animal, pero a veces me cuestiono si realmente es tal la presión del peso sobre la circulación o es una conclusión de la época ¿que posibilidades hay de que esto que muchos consideran enfermedad no sea en si un paso evolutivo? y es que el ideal de todas las especies es tener a disposición alimento, e incluso aquellas especies de grandes magnitudes no solo no sufren la presión gravitatoria de los kilos sobre su circulación sino que de alguna manera esto implica que son más difíciles de ser depredado, como es el caso de ballenas y elefantes, especies que no podrían existir según ese razonamiento... perdón si suena algo "ido", pero realmente me lo he cuestionado, más aún luego de haber estado leyendo ciertos artículos sobre epidemiología inversa, también conocida como paradigma de la obesidad, que plantean que incluso el sobrepeso tiene ciertos beneficios desconcertantes, claro que no son de conocimiento muy corriente por razones culturales y lucrativas a mi parecer... pero exceptuando eso ¿que opinión le merece hoy, enero de 2013? ya que según esos estudios, los riesgos de infarto, ACV y diabetes en realidad son menores que en personas delgadas.
Desde ya infinitas gracias!
El ser humano es el único animal que padece várices e insuficiencia venosa profunda de los miembros inferiores.
Ningún cuadrúpedo las padece, aunque esté gordo o preñado, ya que la grasa intraabdominal, o el feto, que porta no aprieta a la vena cava inferior (que es la que lleva la sangre de la mitad inferior del cuerpo hacia el corazón). Eso ocurre solo en los humanos a causa de la bipedestación. Los elefantes son cuadrúpedos, y el feto que llevan tantos meses las hembras, lo portan colgando por debajo de sus venas cavas (a las que, obviamente, no aprietan ni obstruyen); las ballenas viven en un medio ingrávido.
Con respecto al "beneficio" del sobrepeso, el más notorio es el ejercicio que el gordo realiza continuamente para autotransportarse.
Con respecto que los riesgos de infartos ACV y diabetes sean menores que en los delgados, no me consta, quiero decir que nunca he leído algo al respecto, pero pudiese ser cierto y lógico, porque los delgados por no poder acumular grasas, a causa de un error genético, comen sin cuidarse jamás. Si la estadística confirmara lo que usted ha leído, estaría dando la razón a lo que se dice en este blog.
Realmente no me imagino cómo se las ha de arreglar la evolución para que los humanos de dentro de, digamos, cinco millones de años no tengan várices, hemorroides o insuficiencia venosa profunda (por lo menos los humanos gordos, o las mujeres que han estado una o más veces embarazadas).
De hecho lo que plasma la paradoja de la obesidad son dos cuestiones: 1) que se ha confundido salud con apariencia física, 2)que las reservas de energía de las personas obesas le sirven al organismo para combatir dichas enfermedades más eficientemente, prolongandoles la vida o acortando la recuperación.
Dejo un par de enlaces al respecto por si es de su interés
http://laboratoriocofasa.com/portal/2012/09/se-puede-ser-obeso-y-tener-una-buena-salud-cardiaca/
http://www.mamanatural.com.mx/2012/09/la-%E2%80%9Cparadoja-de-la-obesidad%E2%80%9D-%C2%BFmas-delgado-es-igual-a-menos-sano/
http://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoID=75971
Quizás no desaparezcan las várices y las hemorroides, quizás no es esa la necesidad de nuestro cuerpo, quizás es la necesidad de nuestra mente estética. A lo mejor, y fíjese si no es posible, más con lo que le comento de la epidemiología inversa, si no es una forma en que el cuerpo evoluciona para tolerar el cáncer, por nombrar uno, enfermedad que está tan en vigor en una sociedad cada vez más stressada.
Por allí leí en algún artículo, me comprometo a rastrearlo y dejarle en link, que plantea que de cierta forma si es un proceso evolutivo, como nuestra especie dejó de ser un animal que solo buscaba sobrevivir y comenzó a ser una especie mental, esta fuerte actividad hacía que la grasa entorno al cerebro disminuyera, acarreando graves problemas de salud, de allí que el cuerpo empiece a acumularlo en otras partes y lo tenga a disposición en más cantidad por si las dudas, y lejos del centro fundamental de operaciones. ¿me explico?
Recuerdo Dr. que muchos saltos evolutivos efectivamente se dan como lo que entendemos por fallos, y aparte al ser tan veloces lo interpretamos como dañinos cuando quizás van en vía de ser algo más importante. Cito caso de la bomba de Hiroshima que dió a lugar a un salto evolutivo de las especies circundantes que sobrevivieron.
Desde ya que es un placer tener estos intercambios de opiniones con usted, muy enriquecedor!
Mis mas coordiales saludos!
Hola Martha.
Los tres enlaces que me ha dejado son muy jugosos.
De los tres se deduce que las estadísticas dicen que, para algunas patologías, las cosas pueden ir muy mal para los flacos; no tanto para los delgados magros; menos mal para los delgados gruesos; un poco peor para los gordos, pero no tan gordos; y muy mal para los muy gordos (casi tanto como con los flacos).
Parece contracultural. Cualquiera piensa que "cuanto más gordo peor le irá". Pero analizando esas estadísticas, y algunos comentarios que ellas han generado, la cosa parece interesantemente cierta.Y MUY LÓGICA.
Veamos:
Los flacos están carenciados, luego son más frágiles.
Los delgados magros, al no tener tejido adiposo de reserva, ante una contingencia en su salud se fragilizan más rápidamente (el delgado magro que por cuestiones de enfermedad deja de comer algunos días, rápidamente enflaquece).
Los delgados gruesos han de tener más tiempo para agotar sus reservas (y cuanto más tiempo, mayor posibilidad de recuperación).
Los "apenas gordos" tendrán más reservas energéticas para alguna contingencia en su salud, pero si están gordos es porque están mal alimentados, y por eso son tan frágiles como los delgados magros (pero con más reservas).
Los muy gordos están MUY mal alimentados, es por eso que su resistencia se compara con la de los muy flacos.
Indiscutiblemente la gordura es un conflicto estético. Eso hace que mucha gente un poco más gruesa que la usanza sea clasificada como "gorda" (con las lipodistróficas pasa eso, por ejemplo).
El problema de los investigadores es que aún no han acertado con la línea de corte (por debajo de la línea:delgados; por encima: gordos), y creo que ese error se debe a las ilusorias "formulas para determinar las delgadeces -o las gorduras-", como hemos analizado en el blog.
Hasta aquí lo que del blog se infiere, pero...
Hoy, principios del 2013, creo que muchos de los que yo aceptaba como gordos, no eran más que delgados muy, muy gruesos. Con trastornos en su autovaloración estética (y en la valoración que de ellos hacen los demás). ELLOS SON LOS MENOS FRÁGILES DE TODOS (pero los más difíciles de tratar, ya que a su imposibilidad genética de afinar su imagen por más bien que se alimenten, ellos la toman como "derrota en los intentos" -eternos "clientes" de los ladrones de grasas-).
Con respecto al link sobre el proceso evolutivo, "la grasa en torno al cerebro", y esas cosas, le ruego me lo envíe ni bien lo encuentre (por lo pronto me parece estrafalario, pero no quiero prejuzgar).
Con respecto a los cambios evolutivos veloces, sin ir tan lejos como a Hiroshima, fijémonos cómo se han hecho resistentes casi todas las bacterias a casi todos los antibióticos; y los insectos a los insecticidas.
Retomando la conversación aquella donde le planteaba que quizás la obesidad es un proceso evolutivo le comparto un video que grabé explicando "mi hipotesis", ruego la vea con cierto cariño ya que solo soy una observadora de sus propias vivencias y una suma de cultura general, sin ser doctora desde luego, pero quizás, quien dice, no resulto tan errada...
Tan solo aclaro que, las evoluciones pueden acarrear "contraproducencias" hasta que el proceso se asienta, pero sostengo que la obesidad sigue siendo eso.
Aquí el video: http://youtu.be/LFyYv0V04Qk
Un video apoyo a lo que sostengo: http://youtu.be/RGa4pBxE-gU
Una nota también de apoyo: http://voices.yahoo.com/la-importancia-de-las-grasas-para-nuestro-cerebro-700415.html
Saludos coordiales
Hola Martha.
Acabo de ver los nueve minutos del primer video: "La loca teoría de la obesidad".
No puedo negar que para algunos resulte atractivo, pero tiene varios puntos que podemos discutir.
Ahora es muy tarde, pero le prometo que en los próximos días le dejaré mi comentario.
Le envío un cordial saludo.
Omití decirle que la muchacha de la teoría habla como hablamos los rosarinos, por lo que si no es, debe vivir bastante cerca de aquí.
En este momento estoy leyendo un articulo que me parecio puede llegar a interesarle por lo que se lo dejo a disposicion:
http://www.businesstimes.com.sg/archive/sunday/lifestyle/wellness/paradox-obesity-20121027
Grandes saludos!
y lo discutimos. Luego, lo que usted desee lo volcamos en el blog.
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