17 septiembre, 2006
Hoy comienza una nueva manera de ver las cosas.
¿Cuántas veces ha intentado resolver el problema que lo tortura? Seguramente muchas, y también seguramente, o nunca consiguió nada o siempre recuperó lo perdido.
El tema me apasionó desde el año 1978. A partir de allí, asistiendo a miles de pacientes que comparten su problema, reflexionando sobre cada uno, comencé a darme cuenta que la cosa no era como la medicina oficial lo proclamaba, que había algo oculto diferente de la realidad.
Fue eso lo que me llevó a escribir cinco libros. Pero como los intereses son tan grandes, me fueron saboteados sistemáticamente.
Mi hijo mayor, Marcelo, experto en estas maravillas que son la computación e Internet, me persuadió de que diera a difundir mis ideas por este medio en donde la libertad de expresión es absoluta, y no tiene forma de ser censurado (quiero creer, aunque uno nunca sabe...).
Por eso, ya que el editor me ha liberado, me parecido fantástico exponer aquí mis ideas.
Luego de mucho meditar he llegado a la conclusión que sigue: VOY A PUBLICAR MI LIBRO EN INTERNET por medio de este blog, cosa que hará expandir mis ideas por todo el mundo, y me dará la posibilidad de escuchar la opinión y las dudas de TODOS en tiempo real; tal como si estuvieran enfrente mío en mi consultorio (cosa que me fascina).
Leerá, desde ahora, del prólogo al epílogo, todo lo que dice EL SECRETO DE LA OBESIDAD. Lo publicaré en forma periódica comenzando a partir de hoy con el prólogo y la introducción, rogándole me comunique cada sensación (a favor o en contra) que los textos le vayan despertando, y cada interrogante que de ellos le aparezca.
Dr. Cesáreo Rodríguez
La ciencia es fascinante.
Desde que el hombre comenzó a desarrollar a pleno su pensamiento científico, el devenir del mundo ha cambiado en forma teatral.
Los logros de la humanidad son incontables, y ha sido el escepticismo el progenitor de todos esos logros: el escepticismo es el padre de todas las ciencias, (y su madre es la curiosidad)
Pero tienen las ciencias varias asignaturas pendientes. La obesidad es una de ellas.
Desde hace décadas se ha tratado de desentrañar los misterios que la rodean. Miles de médicos (la obesidad es un asunto de médicos) se han afanado para “derrotarla”, pero ella sigue airosa, triunfante y expandiéndose en todo el orbe a su más entera satisfacción.
El “mal” –la obesidad– sigue, en estos tiempos del nuevo siglo, ganándole al “bien” –la delgadez– tan campante como si nadie se le opusiera, o peor, como si un ejército de médicos se le hubiese aliado.
Cada uno ha pretendido imponer “su criterio” para resolver el conflicto que plantea, pero casi todos han caído en el mismo vicio: el viejo vicio del dogma.
Se han creído, y le han hecho creer al mundo, que para lograrlo usan el método científico, pero han dejado de lado el escepticismo y han adorado al dogma, y eso es la anticiencia.
“...No habían añadido ni una sola idea a los sistemas especulativos
de la antigüedad, y toda una serie de pacientes discípulos se convirtieron,
en su momento, en los maestros dogmáticos de la siguiente
generación servil”
decía Edward Gibbon. Se refería al antiguo imperio oriental, cuya capital era Constantinopla, pero podríamos decir casi lo mismo para este contemporáneo “imperio global” si nos referimos a los “progresos” logrados en el estudio, comprensión y resolución del problema que nos preocupa.
Hace veintiocho años, confieso que jamás supe el porqué, el tema se me antojó interesante. Comencé, en esas épocas, a leer todo lo que llegaba a mis manos. Advertí, a partir de allí, con estupor, que el conflicto con el correr del tiempo en vez de encaminarse a una futura solución se complicaba más.
Temerariamente, en 1981, pretendí, soberbio, haber “descubierto sus secretos”, entonces publiqué un primer libro para explicar mi postura.
En 1983, creí que “había llegado al fin del problema”, cosa que expliqué en mi segundo trabajo: “Basta de dietas”.
En el 87 “le di el punto final” con mi “Adelgace para siempre”; y en el 93“todo estaba dicho” en el “Pobres gordos...!”
A pesar de todo creo que no estuve del todo errado en ninguno de los cuatro intentos. El pecado fue creer, a su tiempo, que en cada uno había logrado "la solución".
Hoy, ya maduro, me abochornan mis anteriores pretensiones, y siento íntimamente el temor a que dentro de unos años me sonroje con las pretensiones de hoy (porque hoy me he vuelto tan escéptico que hasta temo crear mis propios dogmas).
Escucho, con esperanzas, los comentarios de la mayoría de mis colegas, pero advierto que casi todos no hacen más que repetir, servilmente, las enseñanzas de sus predecesores. Se me hace harto difícil descubrir en alguno una nueva idea brillante, luminosa, novedosa, progresista, que me haga sentir la emoción de estar delante de un “escéptico innovador del pensamiento”.
Estoy confundido:
¿Por qué tengo que pensar diferente si me eduqué en una Escuela idéntica a la de ellos, si habito su mismo mundo, si me nutro de las mismas fuentes de información, si asisto a pacientes con problemas semejantes?
Pero pienso diferente.
Quizá yo también esté errado, pero siento que pienso muy diferente, y eso me hace sentir feliz.
Estoy absolutamente convencido cuando digo que el dogma es un vicio. Y más: es el vicio que envilece a la ciencia.
La medicina lo ha padecido en toda su larga historia. Pero eso no es lo más grave: lo peor es que aún lo padece, y que ha de padecerlo por muchos años más (quiera Dios que no sean demasiados).
En el estudio de la obesidad es el dogma el que ha empañado el punto de vista de la mayoría de los investigadores, de los discípulos de maestros que lo fomentaron. Es él el que les hace ver el problema como algo solo perteneciente al cuerpo... Es por eso que se han olvidado del alma.
Ellos pretenden que un gordo se ha de transformar en delgado solo cuando consiga un cuerpo delgado. Aún no se han percatado que un gordo se transformará en “delgado para siempre” –que eso es lo que quieren– tan solo si aprende a pensar como lo hacemos los delgados. Allí es donde hay que enfocar nuestra mira, por eso este libro no está dedicado al cuerpo de los gordos, sino al alma de todos ellos.
Se olvidan (prefiero pensar que “se olvidan”, porque me disgusta suponer que ni siquiera se han percatado) que la inmensa mayoría de los gordos lo están porque inconscientemente lo necesitan, y quieren “obligarlos” a adelgazar sin medir las consecuencias que semejante actitud –“logros”, dicen ellos– les acarrearía a su estructura mental si previamente no se los prepara para el cambio.
Quieren que lo logren “por decreto”, y por decreto no se puede adelgazar (ni amar, ni odiar, ni ser bueno, ni malo..........ni, mucho menos, escéptico). Y el “decreto” en este tema es el uso abominable del ORDEN POR EL TERROR –del que hemos de hablar más adelante–, que en medicina es la peor de las transgresiones.
Ha de leer aquí muchos conceptos que no van a gustarle.
Estoy seguro que muchos sentirán una primera sensación de enojo cuando lean ciertas cosas que aquí se dicen, pero también estoy seguro de que al final nos haremos amigos.
“...También sabemos que cruel es a menudo la verdad, y nos preguntamos
si el engaño no es más consolador” (Henri Poincaré)
Desde que leí esta sentencia, la tomé como mi lema personal. Seguramente usted ha sido engañado muchas veces (muchas más y mucho peor de lo que en realidad piensa. Después le explicaré mejor), y se sintió consolado por el engaño. Pues lo siento: estas opiniones no lo han de consolar a partir del engaño (que, como todo el mundo sabe, es el camino más fácil). El consuelo, pretendo, llegará cuando logre convencerlo de que no hay nada de que consolarse. De esa manera, si lo consigo, se convencerá con regocijo que en estos menesteres la verdad no es para nada cruel, como quizá aparente en una primera lectura.
Lo que pretendo es que desista del oprovioso sentimiento de culpa que siente “por haber llegado a esto”.
Veintiocho años de experiencia es bastante experiencia, a mi modo de ver,
Miles de pacientes, con los cuales he conversado tratando de llegar a lo más íntimo de cada uno, son los suficientes, para mi gusto, como para poder mostrar, con cierta seguridad, un cuadro de situación diferente.
Por favor: no sienta haber encarado, ya, su último intento. Deme la oportunidad de convencerlo de que el último es el que encarará de ahora en más.
Téngame paciencia.
INTRODUCCION
Yo no soy “dietólogo” ni “dietista”, soy un simple médico clínico (también graduado en geriatría), que un día en la década de los setenta comenzó a interesarse en estos temas.
Y gracias a Dios que no soy dietólogo ni dietista, porque si lo fuese me moriría de vergüenza cada vez que me enfrentara a un oftalmólogo, a un cardiólogo, a un neurocirujano, a un genetista...
Ellos han hecho tanto por la ciencia...
Han avanzado tanto en sus conocimientos y en sus técnicas terapéuticas; han procurado tanto el bienestar de sus pacientes...
Han logrado tanto que me amedrentaría estar frente a cualquiera de ellos con tan pocas cosas para mostrar en los avances de “mi ciencia” –si fuera yo dietólogo o dietista–.
No sabría que responderles si me preguntaran por qué después de más de ciento veinte años de investigación todavía existen gordos en el mundo. Peor si la cuestión fuese sobre por qué ahora hay más gordos que hace un siglo; y saldría corriendo espantado, cobarde, cuando me comunicaran su insidiosa observación sobre que los gordos cada vez están más gordos a pesar de mi ciencia y mis esfuerzos.
Pero yo no soy ni dietólogo ni dietista, por eso me siento muy tranquilo, y poco comprometido cuando me encuentro con colegas de otras especialidades que han tirado el dogma por la ventana, y que se enfrentan al próximo milenio con la frente alta, el intelecto en alza... Y la conciencia en paz (“Nosotros, pensarán –digo yo–, hemos cumplido con nuestro trabajo en estas épocas de grandes logros que nos ha tocado vivir”). Qué orgullosos se sentirán... Y tienen razón de sentirse así.
Cuando atendí por primera vez a una paciente gorda, actué como hubiesen actuado todos: ella protestaba por haber llegado a esa condición, y yo la alentaba en su protesta.
Ella me comentaba que no tenía fe en verse delgada alguna vez, y yo le decía que si seguía mis consejos esta vez sí lo lograría ¡Con total y absoluta seguridad!
Había hecho ya muchas dietas, me contaba, y al dejarlas había vuelto al principio (aunque, me confesaba, “peor que al principio”) con la carga de culpas que cada retroceso le había impuesto... Y yo alimentaba ese sentimiento de culpa.
Por esas épocas me encontraba leyendo un curioso libro –muy atípico– que me había prestado un colega. Su autor era un ex–gordo que “había encontrado” una forma, que a mi se me antojaba extravagante, para su "autocuración", y como le había dado resultado, ahora comunicaba al mundo su fabuloso descubrimiento (años después me enteré que su descubrimiento no fue más que encontrar en los anaqueles de una biblioteca un libro de casi cien años que decía las cosas que él pretendía haber pergeñado).
El autor, que era norteamericano, pregonaba algo que (¿Quizá por lo antidogmático?) me atraía: decía que no son las calorías las que nos engordan, sino los hidratos de carbono. Basaba sus afirmaciones en algo que, después descubrí, es universal: sus propios logros.
Yo soportaba un conflicto: nunca había estado gordo; nunca necesité hacer nada para adelgazar. Por eso mis argumentos debían cambiar de estilo para lograr convencer a mi paciente como, se suponía, el médico de marras convencía a los suyos. (En la actualidad no entiendo por qué me preocupaba tanto, al fin y al cabo los obstetras varones nunca han estado embarazados, y lo mismo saben muy bien qué cosas hacer.)
No recuerdo cómo encaré la primera charla, pero Emilia (mi primera paciente en estos menesteres del adelgazamiento) se fue convencida con una hojita manuscrita –que solo Dios sabe donde habrá ido a parar– en donde le anoté cuales eran las cosas que podía consumir, según rezaba el famoso colega estadounidense.
Cuando siete días después concurrió al primer control, nos asombramos los dos. Ella porque había bajado más de dos kilos “comiendo sin límites”. Yo, porque lo totalmente antioficial (“anticientífico”, pensaba entonces) había dado el resultado apetecido por ambos.
Y siguió adelgazando con el correr de las semanas.
Obviamente sus amigas comenzaron a consultarme, y a todas les di el mismo papelito (esta vez mimeografiado).
El éxito era espectacular: estaba orgulloso.
La cantidad de pacientes se centuplicó en muy breve tiempo por lo que me vi en la necesidad de pedir ayuda a dos colegas amigos. Yo solo no podía manejar semejante cantidad de gente.
Sentía que había encontrado un tesoro: LA OPINIÓN DE ALGUIEN QUE DABA LA SOLUCIÓN DEFINITIVA A UN VIEJO PROBLEMA IRRESUELTO. Qué inocente es uno cuando es joven.
Pero cómo añoro ser joven e inocente.
Seguramente va a encontrar en estas notas cosas totalmente opuestas a su estructura mental.
Está usted estructurado de una manera, y yo trataré de desarmar esa estructura. Procuraré convencerlo de que hay otra mejor, más racional, más productiva, saludable, divertida y con más sentido común.
Expondré mis ideas bajo el tutelar mote de HIPÓTESIS (Esa palabra me suena muy tranquilizadora y me da más libertad de expresión.)
Léalas las veces que sean necesarias.
Si se convence con ellas, tengo fe en que el salir del laberinto de la obesidad que lo atormenta será algo factible.
Si no lo consigo, creerá que no soy más que algún otro médico que quiere contribuir a la confusión general.
Anhelo que ocurra lo primero.
Felicitaciones por la iniciativa. Me parece excelente la idea de que expongas tus opiniones sobre este aspecto de la práctica médica que tan propenso es a la actividad de los "vivos de siempre" y de muchos que -aunque sean honestos y sinceros- siguen todavía los Evangelios del establishment pseudocientífico -porque "así se lo enseñaron".
Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC
Fundación Argentina de Ecología Científica
María Dolores (Barcelona, España)
Yo ya me leí antes de mi cirugia de la obesidad un libro de un famoso médico que me aclaró parte de lo que es la industria y lo que son los intereses económicos en este tema llamado "obesidad", y aunque confié en él... cuando terminé de leer el libro la conclusion que saque fué que queria decirnos algo así como que lo apetitoso era lo que tenia buen aspecto (fruta, verdura, etc) en fin no pude con ello, aunque le agradezco que me contase cosas tan interesantes como las que leí.
Ahora espero que a alguien se le ilumine la bombilla y dé en el clavo.
Gracias y un saludo desde Madrid (España).
Nos han puesto un link desde un foro dedicado al adelgazamiento al que invito personalmente para que lea todos nuestros pareceres si tiene tiempo y ganas, es www.adelgazar.net somos gente anonima con las mismas preocupaciones.
Gracias de nuevo
Gracias por su voto de confianza, y comprendo su escepticismo. Le aseguro que no busco ningún rédito económico: todavía habemos MÉDICOS en este mundo. (Aunque sea por última vez tenga confianza, ya verá con el correr de los días que no será defraudado una vez más)
Siga adelante por favor!
"El usuario anónimo dijo...
Sigo sus notas con curiosidad, llevo años leyendo sobre obesidades, yo me cosndidero una gorda emocional y sigo buscando ayuda e información al respecto.
Siga adelante por favor!"
Estoy absolutamente seguro de que lleva años leyendo inexactitudes, la prueba está en que a pesar"de años" aún sigue buscando ayuda e información. Le prometo que haré lo posible para que las tenga.
"Llevo unos dias siguiendo su plan de alimentación, me he sentido muy bien. Tengo una pregunta, voy al gimnasio pero no me gusta mucho la parte aeróbica, asi es que solo trato de tonificar mis musculos, con un trabajo de peso , solo TONIFICAR, es lo que me entretiene, tengo que bajar pocos kilos, soy una gorda accidental,está bien hacer ese trabajo? o me hará ponerme mas gruesa."
En realidad lo que tiene que bajar (si es que hay de más) son sus centímetros. Para eso no hace falta "matarse" en ningún gimnasio.
Con caminar 20 minutos por día alcanza (más adelante le explicaré mejor). Por muy femenina que sea debe saber que también su organismo elabora hormonas masculinas. Poquitas, pero suficientes como para que sus músculos se engrosen, y luego su aspecto. Ya hablaremos de todo esto dentro de algunos días.
"Espero ansiosa la segunda entrega de este blog, por favor siga escribiendo.
Yo ya me leí antes de mi cirugia de la obesidad un libro de un famoso médico que me aclaró parte de lo que es la industria y lo que son los intereses..."
Ya se operó? pues a lo hecho: pecho. Estoy seguro de que después de terminar con el Epílogo de El Secreto... se sentirá arrepentida, pero trataré de que aprenda que está totalmente prohibido arrepentirse. No debe sentirse culpable de nada, tan solo Dios sabe por qué hacemos las cosas que hacemos.
Gracias por tener este espacio para nosotros, y espero ansiosa la siguiente parte de su libro.
"Hola Doctor, llevo pocos días con su plan, pero anoche, por mas que traté, no pude dejar de tomar una copa de vino tinto, no tenía ganas , pero por la ocación tuve que hacerlo. Arruiné todo lo hecho estos días??
Si usted adopta un plan para adelgazar y a la mínima transgresión "lo arruina", abandone ese plan; no le sirve a usted...NI A NADIE.
Más adelante leerá que lo que engorda es lo cotidiano, JAMÁS LO EVENTUAL. Tomarse, por allí una rica copa de vino, es algo eventual
(y no ha existido, en la historia de la humanidad, alguien que haya estado gordo porque en Navidad comió mucho pan dulce)
Mi primer deseo es felicitarlo por su blog . que no dudo estarà ayudando a mucha gente.
En second lugar agradecerle haberme ayudado con su sapiencia cuando lo necesitè , y por ùltimo pedirle que asi como consiguiò vencer el habito de fumar , ayude a quienes lo intentan .... Tank You
Jorge ( el dorima de Marianela )
Ciertamente pienso que la obesidad es un asunto integral: bio-psico-social, y hasta espiritual. Personalmente me encuantro desarrollando mi Dieta B.P.S. o tratamiento de reprogramación bio-psico-social para la reduccción de peso, el éxito y la felicidad, y sus enseñanzas y conclusiones, que tan generosa y desprendidamente comparte en su sitio, me resultan de gran ayuda. Dios le bendiga siempre. Amén.
Pues sí, he leido todas las entregas, y las estoy volviendo a leer con mas detenimiento para afianzar las enseñanzas que ha tenido a bien compartirnos.
La "Ultima", también. Me gusta pensar que es la ultima que ha escrito y no la ultima que escribirá sobre el tema. Sobre los "Adelgazadores"... sí, me parece apropiado el término, y por supuesto que los hay... conozco montones... la mayoria están casi siempre gordos. En mi caso, nunca he sido un "adelgazador"... en todo caso, mas bien un "engordador"...
Nunca he sido, ni me he percibido como un tipo gordo. Pero en tres ocasiones de mi vida, que ya cuenta con 57 junios, y mi estatura de 1,72 metro, me he pegado unas engordadas de loco. La primera vez, en 1982, de mis acostumbradas 160-170 libras, me subi a 255... Sentía moriri cada día... Fue cuando lei al Dr. Atkins, me devoré sus libros, puse aquello en practica, y 6 meses después estaba en 158 libras. Lentamente... en el 2005, ya estaba en 235... Bueno, tambien tenia un serio problama de retensión de agua, mucho stress por la enefermedad de mi esposa, que fallecio ese año de cancer de mama... En fin...Puse manos a la obra, algo de Atkins, Yoga, HerbalLife... diureticos que me recetaron... y a los tres meses estaba en 184... De alli, en 2007, volvi a sunir hasta las 215... Así que decidi crear mi propia Dieta B.P.S. y ser mi propio conejillo de Indias, con todo el cumulo de las cosas buenas aprendidas... algunas de allas en su libro... y que le cuento... del 26 de sep. de 2007 a la fecha, he logrado bajarme de 215 a 183... Creo que ahora si entendi como es la cosa... estoy Feliz.. y me siento mejor que nunca... no solo mas delgado... sino también... mas requetejoven... Me gusta cuando ahora ya me dicen "Te ves mucho mas joven"... y no "te ves mas delgado"... Con este metabolismo alterado que yo tengo, mi adiccción y alergia a los carbohidratos, y mi amor por la comida... supongo que tengo lucha para rato... Por lo pronto le he declarado la guerrar total a la obesidad... a muerte... la muerte de Ella... ya que no tengo ningunas ganas de que el muerto sea yo. Y, además, me encanta estar flaco... es divertidisimo.
Creo que esta nueva actitud habria sido imposible si no me hibiera encontrado con su blog... ¿Que le entrò cierto desánimo? A quien no... Usted tiene mucho que aportar todavía, esepcialmente ahora que el demonio de la obesidad ha sido elevado al rango de epidemia global por la OMS... Aunque creo que la mayor epidemia esta en la ignorancia esparcida hasta ahora sobre el tema... por muchos de sus colegas... con todo respeto. Y espero seguir nutriendome de sus enseñanzas...
Dios lo bendiga a usted y a su casa siempre. Amén.
Pablo Azael. E-mail: azatsi@hotmail.com
Gracias a Dios, no me ha pasado nada especial que me impidiera continuar con el Blog. Simplemente se ha terminado. Si quiere hacerme alguna consulta o sugerencia comuníquese conmigo a
cesareo_rodriguez@hotmail.com
No se si sigue entrando al blog para leer los comentarios, por si acaso yo le escribo…Le cuento que entré en él (y me quedé) por la referencia de un lector en los comentarios de una nota de “El Periódico de Cataluña” titulada “Un científico español afirma que existe un error en la pirámide de los alimentos”.
A mi humilde parecer, el material que Ud publica en su blog es como mínimo impactante; choca contra las teorías “científicamente correctas” de las que se alimenta (y engorda) la sabiduría popular. Ya solo por eso, absorber todo lo que Ud. expone es un trabajo de leídas y releídas, que en mi caso fue un verdadero gusto.
Comentarle por último que he sido una lectora entusiasta de sus hipótesis sin que en mi caso ni el de nadie cercano en mi familia, se tengan cms/Kgs de conflicto eclipsante.
Gracias.
Gracias por comunicarse.
Sí, sigo entrando a los comentarios del blog. Me entero de ellos porque también los recibo en mi correo de mail´s.
Me alegra muchísimo que ni usted ni nadie de su familia tenga nada de más. Pero ha de haber alguien en su vida (amigo/a, conocida/o) a quien pueda ayudar a luchar contra los que sostienen "teorías científicamente correctas".
Le envio un cordial saludo.
Si usted afirma que "solo tiene que bajar cinco kilos", es que aún no ha entendido el mensaje. Le ruego, por su salud como por su aspecto estético, que vuelva a leer todo de nuevo.
Saludos.
Gracias a Dios que hay medicos como usted que no siguen el "dogma" sino que continuamente estan indagando!!!
Gracias!
Doctor, lo que me haria muy feliz es que me de su opinion acerca de como hacer para adelgazar, porfavor ruego por su respuesta, ya que lo intente a traves de muchos medios(anorexinogenos, dietas, el agua, y hasta sufro de bulimia que gracias a Dios estoy combatiendo dia a dia junto a mi flia que me apoya) pero ninguno me ha funcionado...rogare para recibir su respuesta
Ya que ni siquiera te has inventado un nombre ficticio, te lo pondré yo. Te llamaré... Julia.
¡Hola, Julia!
No estoy seguro de que hayas leido todo el blog, y si lo leiste estoy seguro de que algunas cosas no has entendido: LA GORDURA NO ES UNA ENFERMEDAD. Es tan solo un conflicto; en tu caso, quizá, un enorme conflicto, pero jamás una enfermedad. En lugar de hacer el esfuerzo de "ENGAÑARTE" sería más productivo que busques dentro tuyo el motivo por el que necesitás estar gorda. El hambre no "te gana", la sensación de hambre es la trampa de tu inconsciente para mantenerte así.
No puedo, no debo, no es bueno opinar acerca de qué hacer para que adelgaces, ya que tu inconsciente está estructurado para sentirse protejido por el conflicto que te significa estar gorda. Hay muchas cosas que quisiera preguntarte, pero no así, públicamente. Te ruego me escribas a cesareo_rodriguez@hotmail.com y mantendremos una conversación más reservada.
Te dejo un cordial saludo.
Un cariño grande y gracias por estar. A medida que lea ire comentando mis pèrcepciones como usted lo sugiere. Ale
Espero su comentario luego que termine de leer T O D O.
Si quiere hacerme alguna pregunta más personal, escríbame a cesareo_rodriguez@hotmail.com.
Espero que entienda todo, cabalmente.
Gracias por comunicarse, y más gracias por comunicarse tan reconfortantemente.
Usted lo entendió todo... Y eso para mí es un gran triunfo.
Le mando un cariñoso abrazo.
Paso a la entrega Nº2
PD: a- ¿Cómo conseguiste saber sobre el pequeño tesoro donde se mencionaba sobre el tema de los hidratos?
b- ¿Cómo piensan los flacos? Rta: Quizás, No piensan todo el día en la comida.
C- ¿Cómo es que la representación mental del objeto (comida), en ocasiones, pueda más que la voluntad.
Lo saludo atte. Analía Leonardo.
Todo lo que me preguntás está en el blog.
Por eso mi insistencia en que lo leas de prólogo a epílogo.
Cuando lo hagas entenderás que pensar como delgado es que estar delgado no tenga ninguna importancia.
Y también entenderás que "la fuerza de voluntad" ES UN CUENTO CHINO.
Te mando un beso.
Sí, definitivamente soy yo. Pero lo que leerá en este blog está muchísimo más adelantado a lo del viejo "Basta de dietas".
Aunque hay algo más: no solo pasaron 25 años de aquel libro, sino que también pasaron 25 años en la vida de Elizabeth. Tiene, ahora, que ver las cosas de otra forma. Le van a surgir muchos conflictos al ver que la "velocidad" en los resultados no es la misma (NO PUEDE SERLO).
Le dejo aquí mi dirección de mail. Escríbame allí así la charla será más reservada: cesareo_rodriguez@hotmail.com
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