21 octubre, 2006
Entrega ocho
(La actitud del paciente que acude al médico siempre está matizada -aunque en su mayor parte inconscientemente- de disgusto y miedo, su más profundo deseo es recibir consuelo y ayuda, más que curación, y su fe y esperanzas estarán dirigidas hacia una manifestación mágica de estas mercedes.
Nunca crean ustedes que estos elementos puedan estar totalmente ausentes, por mucho que los disimule la educación, la razón o una aparente franqueza. –Wilfred Trotter-)
Séptima Hipótesis
EL ORDEN POR EL TERROR
Los seres humanos somos animales gregarios: debemos convivir con otros de la misma especie para poder desarrollar a pleno todas nuestras capacidades.
Esa condición nos ha obligado, desde siempre, a compartir grupos más o menos numerosos. Y el vivir en comunidades desarrolló la necesidad de imponer el orden imprescindible como para que la vida de cada uno transcurra pacíficamente, o con la menor cantidad de sobresaltos posibles. Vamos, para que uno se sienta reconfortado de vivir en sociedad.
Las leyes y reglamentos que cada grupo se impone por convención, son el arma más antigua que el hombre ideó para que la gregariedad sea factible o, en el último de los extremos, tolerable. Para extraer de aquella condición la mayor cantidad de beneficios posibles.
El orden es el elemento fundamental para que cualquier conjunto humano pueda coexistir en cualquier espacio físico con felicidad.
La vida nos ha enseñado que hay, por lo menos, cinco maneras de mantener dicho orden.
Podrían denominarse como sigue:
1.– El orden por la cultura.
Es el que nos permite cierta convivencia en base a pautas morales adquiridas en el transcurrir de nuestra existencia.
Con los ejemplos podrían llenarse varios tomos, pero tan solo uno o dos nos darán la idea.
* El no hacer algo que ofenda a los otros, usando para ello el egoísta
argumento de que lo hacemos porque nos da placer.
* El ser corteses con los demás para que su convivencia con nosotros les sea agradable.
2.– El orden por la persuasión.
Es el que se consigue convenciendo a alguien sobre los beneficios que han de traerle a él, o a quienes le rodean, el mantener algún tipo de orden en determinado aspecto de sus vidas.
3.– El orden por el estímulo.
También los ejemplos de este segundo tipo podrían llenar varios libros, pero solo uno será suficiente para que usted comprenda a qué me refiero.
* El premiar a alguien que haya realizado una labor correcta, sabiendo él, de antemano, que si procede correctamente será recompensado.
4.– El orden por el temor.
Es el orden que en general imponen las leyes y reglamentos: si actúo de mala forma recibiré un castigo a causa de mi mala actuación.
Muchas veces en una madrugada fría y lluviosa, cuando tenemos gran prisa por llegar a casa, nos enfrentamos, en una desolada calle de nuestro barrio, con un semáforo en rojo que nos ha de detener algunos “interminables” segundos. A pesar de que advertimos que si lo traspasamos nada malo ha de ocurrir ya que somos los únicos que a esas horas estamos transitando, el temor a que un inspector agazapado detrás de un árbol, o alguna indiscreta cámara fotográfica, advierta nuestra falta y nos imponga una dolorosa multa, nos obliga a respetar la señal resignadamente (si es que nuestra cultura no nos alcanza para hacernos desistir de la idea de transgredir). Sentimos el temor de que al quebrantar las reglas una pena monetaria nos haga sufrir, por lo que “preferimos” acatar la ley que dice “Ante un semáforo en rojo detenerse hasta que, trocando a verde, nos permita el paso”
5.– El orden por el terror.
Esta es, sin dudas, la forma más odiosa de mantenerlo.
Usted imaginará muchos ejemplos, pero tan solo uno aclarará perfectamente el concepto.
Cuando el Imperio Romano formó sus ejércitos, sus tropas se nutrieron de una inmensa mayoría de reclutas con capacidades culturales prácticamente nulas.
El verticalismo en su estructura era (y sigue siéndolo en los ejércitos modernos) la única forma posible de mantener el orden y llevar a la victoria en las luchas para las cuales se les preparaba.
Mas ¿Cómo podría conseguirse de gente tan basta la obediencia necesaria para el éxito en la empresa?
Seguramente no por la persuasión y menos aún por la cultura. El estímulo no era suficiente. E insuficiente era, también, el temor.
Entonces los Generales apelaron al único modo posible: el terror.
Imaginemos a una Centuria practicando para marchar ordenadamente.
Todos moviendo las piernas al unísono. Comenzando la marcha con la pierna izquierda y siguiendo la cadencia: derecha–izquierda–derecha...
Trate de imaginar el desorden ocasionado en los movimientos de una muchedumbre provista de una cultura tan poco evolucionada (la inmensa mayoría ni siquiera sabía qué era derecho y qué izquierdo).
¿Qué hacían entonces los Generales para solucionar tan formidable problema? Pues simplemente usaban el orden por el terror.
–“¡¡A quien equivoque el paso se le decapitará!!”
Y cuando habían decapitado a cuatro o cinco, delante de todos, con juicios más que sumarísimos, los restantes componentes de la escuadra, aterrorizados por la posibilidad de una segura y cruel muerte ante el más mínimo error, marchaban tan sincronizadamente como si lo hubiesen hecho desde su primera infancia.
La pena de muerte que en muchos países aun se utiliza, no es más que un desesperado intento de mantener cierto orden: –el que asesinare será, a su vez, asesinado– No ha dado ningún resultado, según muestran las más diversas estadísticas, pero a pesar de lo ilógico, cruel e inhumano, se seguirá utilizando en muchos lugares del planeta que, a pesar de todo, muestran un altísimo grado de intelectualidad.
La Medicina es la más humana de todas las ciencias.
Su cometido es el aliviar los sufrimientos de nuestros congéneres.
A nadie se le ocurriría utilizar la doctrina del orden por el terror en una ciencia que ha sido creada para asegurar el bienestar del hombre a partir del amor, la entrega, la comprensión y la compasión, pero, aunque parezca increíble, el orden por el terror es de uso cotidiano.
Y es en los “tratamientos de la gordura” en donde se ve más patentizado
–Si no adelgaza ha de transformarse en diabético, hipertenso, aterosclerótico...
Seguramente ha de quedar ciego y, en el mejor de los casos, hemipléjico, si es que la fortuna no lo premia con una muerte súbita– es la infame reconvención que escuchan de la inmensa mayoría de los médicos a quienes consultan (o de aquellos que dan consejos por radio, televisión o en la prensa amarillísima). Es así: la escuchan de boca de los médicos a los cuales han concurrido a pedir consuelo y ayuda.
Y el gordo que alguna vez ha consumido anfetaminas, que quizá le prescribió el mismo que hoy pretende aterrorizarlo (o el obeso que necesita de su gordura para, inconscientemente, diluir el cúmulo de conflictos del segundo tipo que empañan su vida, y al que nadie ha intentado enseñar cómo adaptarse a vivir con ellos para resolverlos), el gordo, decía, tampoco puede adelgazar, pero ahora es más que un gordo: se ha transformado en un gordo muerto de miedo.
Están utilizando el ORDEN POR EL TERROR, y en medicina ése es el peor de los pecados, la peor de las transgresiones.
“La actitud del paciente que acude al médico siempre está matizada, aunque en su mayor parte inconscientemente, de disgusto y miedo, y su más profundo deseo es recibir consuelo y ayuda, más que curación.....”
Qué consuelo y ayuda pretenden estar dándole al que amenazan por mantenerse en su, piensan ellos, “porfiada” idea de seguir con su gordura.
Los gordos reclaman –¡Ayúdeme a poner orden en mi vida! ¡Quiero ordenar mi salud!– y esos médicos, ilusos, pretenden usar el terror para lograr el orden,
No mi querido lector, no han de ser esos los métodos.
Estamos moral y éticamente obligados a utilizar el orden por la persuasión, por el estímulo...por la cultura. Esa es la médula de la buena praxis.
El paciente gordo tiene que salir de la consulta soñando, entusiasmado, con los beneficios que podría lograr si adelgazara. O, en el peor de los casos, convencido (totalmente convencido, quiero decir) que si su inconsciente, su otro yo, no puede hacer nada por aliviarlo, NADA MUY MALO LE VA A OCURRIR (salvo que alguna vez decida consultar a algún profesional que pretenda encaminar su destino utilizando el orden por el terror).
En la próxima hipótesis redondearemos la idea de todo esto.
Niñas, en la última parte del blog (que ustedes podrán leer dentro de algunas semanas), y antes del epílogo, hay un capítulo llamado Miscelaneas, y en el un artículo al que se me ocurrió titular EL ETERNO PROBLEMA DEL DESAYUNO. No quiero ser intrigante, pero les aseguro que es necesario leer muchas cosas antes de llegar a él.
Un beso para cada una (el más grande para María Dolors, porque ya somos amigos,¿no?)
¿qué relación tiene el colesterol y los trigliceros con la obesidad? porque es con lo que más nos meten miedo, muchas gracias por su paciencia y un millón de gracias por decir que somos amigos, nada me encantaría más.
En la próxima hipótesis acabará de entender todo. Se lo aseguro.
Le mando un beso.
PD: es "LA GORDURA NO PRODUCE TODOS LAS ENFERMEDADES DE LAS CUALES SE LA CULPA"
Sinceramente, con una mano en el corazon le digo que hice esa pregunta a la señora con tanto cariño, casi como si por este medio nos hicieramos "amigos", y por que no , compartir nuestros logros, el fin es uno para todos, no engordar nunca mas, y si a ella le ha funcionado tan bien y a mi no, tal vez estoy haciendo algo mal, no lo sé, solo sé que yo no tendría problemas en contar como lo hice, si con eso ayudo a alguien, és ovbio que todos estamos haciendo lo que ud. nos enseña, no pretendí quitarle autoridad en la materia ni nada por el estilo, y si no me conecto a su mail privado és justamente porque consideré este blog un medio para comentar nuestras cosas, todas referente al tema en cuestion.
Bueno creo que me equivoqué en pensar así,y si la sra. MAria se molestó le pido mis disculpas, nunca fue mi intención, no molestaré mas, no és la manera que pienso se ayuda a la gente, a veces nuestras experiencias pueden, sin saberlo nosotros, ayudar mucho, mas allá, y sin pasar a llevar la opinión de un especialista en el tema como ud.
Le deseo mucha suerte, y siento que no sea su "amiga", como ésta señora, pero no me dieron la oportunidad, tendré que seguir buscando quien me ayude, gracias.ELENA
Siento muchisimo Elena la impresión que te has llevado, jamás entró en mi animo hacerle daño, verás es que yo pienso al reves que tu, pienso que el blog es del doctor, pero mira yo tengo en un foro un tema extensisimo de como adelgazar, y allí nos ayudamos entre todas las personas que lo utilizamos, te dejo mi mail, escribeme
madonor@gmail.com
No veo qué la ofendió tanto en la respuesta de María Dolors. Simplemente le dijo que en una comunicacíon con otro lector yo le expliqué, a ese lector impaciente, lo mínimo indispensable para que comenzara ya a cuidarse algo, y no perder el tiempo hasta que leyera la hipótesis sobre el tema específico. María Dolors lo leyó, siguió los consejos y me cuenta como le va (que le ha ido muy bien). Simplemente eso. Creo adivinar que le pudo haber molestado su último comentario: "...pienso que comí demasiadas grasas...". Yo no entiendo, y pienso que Máría Dolors tampoco, qué significa comer DEMASIADAS GRASAS, y por qué, si leyó todo, pudiera eso preocuparle (suponiendo que se las hubiese arreglado, no se como, para, efectivamente, consumirlas en demasía).
Efectivamente, el espíritu de este blog es que nos conectemos, no creo (estoy seguro) que María Dolors se ha molestado. No nos abandone así porque sí. Yo estoy aquí para intentar ayudarlos, y ustedes, quiero suponer, para ayudarse entre todos. Quizá fue infeliz mi expresión "el beso más grande para María, porque ya somos amigos", pero es que es así. Lo que no quita que en el futuro el "beso más grande sea para las dos".
Le mando un beso GRANDOTE.
Doctor, yo quiero un médico como ud. Cariñoso, comprensivo, paciente. La respuesta a Elena es de lo más tierno. Si sigue enfadada es que no sabe leer. Yo le fui a pedir ayuda a mi medico de cabecera por mis 30 kilos de más. Le intenté decir que no comía en proporción a mi gordura y no hubo manera de abrir la boca. No me dejó. Para él, si estaba gorda es porque comía en exceso y no consumia las calorias que tragaba.
Ahora estoy siguiendo sus consejos. No he perdido peso aún, pero me siento mucho mejor, más animada y más dispuesta a enfrentarme a mis conflictos.
Yo tambien quiero ser su amiga en la distancia. Un abrazo
Asun
y me parece genial poder asi tener un medico y mas que un medico, un amigo en la distancia que me pueda ayudar! GRACIAS!
<< Home